El chinito estampado en un gran jarrón, fué acusado de decir: ¡Yan-Tse-Amo-Oua-Ting-Ipon-Chong-Ki! El chinito fue llevado ante un mandarín, y al llegar le dijo así: ¡Yan-Tse-Amo-Oua-Ting-Ipon-Chong-Ki! El chinito no quería ya vivir en el jarrón Pues estaba dibujado en las garras de un dragón El chinito fue obligado a volver allí, pero antes dijo así: ¡Yan-Tse-Amo-Oua-Ting-Ipon-Chong-Ki! Cierto día que pasaba el emperador, el chinito le gritó: ¡Yan-Tse-Amo-Oua-Ting-Ipon-Chong-Chong! Cien puñales apuntaron a su corazón, pero él pidió ¡peldón! ¡Yan-Tse-Amo-Oua-Ting-Ipon-Chong-Chong! El Monarca, con clemencia, a sus guardias ordenó: ¡le concedo la existencia, más no sale del jarrón! Por mil años el chinito se quedó allí, oye, y jamás volvió a decir: ¡Yan-Tse-Amo-Oua-Ting-Ipon-Chong-Ki!