Suena una flauta invisible En la noche del solsticio Junto al monolito de piedra que nadie labró Supe los sueños terribles De los hombres que han dormido Dobre la meseta que el acantilado ocultó Llegué a ella por el libro De las sombras y los ritos De un pueblo perdido que ni siquiera lo escribió Fui hasta la columna negra Me fascinaron los signos Las formas sagradas que nadie logró traducir Sentí el rumor de la tierra Al acercar mis oídos Estaba cansado, me senté en la piedra y dormí Vi alzarse el humo amarillo Con los redobles malignos De un gran tambor negro Que junto al brasero sonó Caí estremecido Sin ningún motivo Porque algo murió en mi interior