Me pudren tus truños catódicos Tus ríos, de caspa pletóricos Me achicas, me vuelves estólido Con esos anuncios mongólicos Mongólicos... (Él es) El electrodoméstico más tonto de la casa. (Él es) El aparato que nos da la brasa. (Él es) Quien nos induce a atiborrarnos de bazofia grasa. (Él es) Quien nos involuciona y nos atrasa. (Él es) El electrodoméstico que huele a muerto. (Él es) Ese novato que se finge experto. (Él es) Quien nos convence de que los errores son aciertos. (Él es) El miserable que nos lleva al huerto. (Él es) El artilugio más abyecto de la raza humana. (Él es) Quien nos alisa el encefalograma. (Él es) Esa presencia que nos quita de vivir las ganas. (Él es) El azote de una mente sana. (Él es) Como el más tonto y a la vez como el más arrogante. (Él es) Ese rectángulo tan vergonzante. (Él es) Quien nos mantiene como lerdos ignorantes. (Él es) De los objetos, el más repugnante. Te quiero, te quiero, televisión. Te quiero volando por el balcón. ¡Un hacha! ¡Un hacha! partirte en dos... Te quiero, te quiero partir en dos. (Él es) Un intruso de mierda, un caballo de Troya. (Él es) Un monstruo que nos vuelve gilipollas. (Él es) El inventor de todas nuestras paranoias. (Él es) Como quien no deja follar ni folla. (Él es) Una desgracia, un instrumento de tortura. (Él es) De todo círculo, la cuadratura. (Él es) Una serpiente venenosa y retorcida. (Él es) ¡Lo peor que me ha pasao en la vida! Me atrofias, me impregnas de óxido. Me enfermas, me induces al vómito. Me inyectas veneno narcótico. Deshaces mi vientre en elogios recónditos. Esa bebida que te deja más sediento, Ese supositorio de cemento, Ese maldito escaparate lleno de excrementos, Lo más idiota que hay delante de un asiento. (Él es) Como un payaso que te quiere hacer reír y lloras. (Él es) Esa tragedia que te descojona. (Él es) Un cinturón de castidad para las neuronas. (Él es) Aquel vestido de seda para una mona. (Él es) Ese montón de mierda al que no acuden ni las moscas. (Él es) Ese pringao que se cree la hostia. (Él es) Ese mindundi sin agallas que se cree importante. (Él es) La panacea de los ignorantes. (Él es) El sumidero donde acaban los idiotas más profundos. (Él es) Como el infierno, como el fin del mundo. (Él es) Ese desfile interminable de caretos chungos. (Él es) El autor de los mojones más rotundos. Me pudren tus truños catódicos Tus ríos, de caspa pletóricos Me achicas, me vuelves estólido Con esos anuncios mongólicos Mongólicos...