Música del Japón. Avaramente de la clepsidra se desprenden gotas de lenta miel o de invisible oro que en el tiempo repiten una trama eterna y frágil, misteriosa y clara. Temo que cada una sea la última. Son un ayer que vuelve. ¿De qué templo, de qué leve jardín en la montaña, de qué vigilias ante un mar que ignoro, de qué pudor de la melancolía, de qué perdida y rescatada tarde, llegan a mí, su porvenir remoto? No lo sabré. No importa. En esa música yo soy. Yo quiero ser. Yo me desangro. En esa música yo soy. Yo quiero ser. Yo me desangro.