De pie, frente al área de llegadas, He descubierto que el amor concentrado por la espera vuelve a los humanos seres blandos Qué, de un momento a otro, desaparecerían por las coladeras; Actitud tan solo pospuesta por el infinito placer que supone el encuentro con la persona amada. Más tarde, por los sólidos pasillos, Se pueden escuchar las risas de los muros y las pantallas al ver como los enamorados, van dejando tras de si residuos de su amor diluido, Un liquido espeso sobre las lozas del un suelo superabsorbente que lo esconde, Para que aquellos a quienes nadie espera, No se den un balazo con las gomas de la fuente de sodas. Todo es parte de un tratado que explora la duración del tiempo con respecto a nuestra prisa y nuestros acompañantes. No puedo mencionar con exactitud sus postulados, Pero supongo serán lo suficientemente congruentes para no dar a mi relato mas validez que la que el lector suponga necesaria, En cuyo caso comprenderá de que he estado hablando, Y sabrá a ciencia cierta que no ha perdido el tiempo si ha llegado hasta este punto, sino muy al contrario, Habrá ganado tiempo mientras espera Y se niega a derretirse frente a un vuelo retrasado.