Érase un rey Ignorante y muy violento Que idolatraba a un pequeño Dios A quien juró, que si le concedía un favor Por gratitud y amor Apresaría a tres súbditos que por azar llegaran al lugar Divinidad — dijo el rey Concédeme el deseo Oh, mi deidad — dijo el rey Al cumplirse el deseo — gracias a vos Ídolo y Dios Fueron así Las primeras tres personas Llevadas ante ese loco rey Un erudito, una prostituta y un fiel Hombre de religión Les ordenó doblegarse ante el ídolo aquel Divinidad — dijo el rey Yo cumplo mi promesa Oh, mi deidad, estos tres Adorarán tu alteza o morirán O morirán El erudito aceptó con argumentos Sobre moral en obligación Y se amparó en doctrinas de fuerza mayor Se posternó y oró El seguidor de la gran religión oficial Consideró legal Purificar con sus rezos aquella deidad Oh, mi Señor — dijo al rey La pobre prostituta No sé fingir una fe Soy demasiado bruta Oh, mi Señor, mátame Me hagas lo que me hagas No puedo yo adorar Cuando no siento nada, perdóname Perdóname Al escuchar Su respuesta tan sincera La enfermedad de aquel loco rey Como por arte de magia desapareció Y pudo comprender La falsedad de los adoradores del Dios Decapitó a los dos Por haberlo engañado A la mujer liberó Y se sintió curado por su verdad Por su verdad Por su verdad