Ya el verano abandona sus hojas Y el fino cordón por donde baja mi pálpito de hiedra, Haciendo filigrana dibuja fortalezas de frontera. No pasarán, no han de pasar La grisura ni el vacío inmesurable Que sucede al aviso de unos ojos diciendo adiós. Adiós ahora sí, esta vez sí, para siempre, adiós. Y el valor consitiría en hacer astillas El endeble andemiaje de errores cometidos Y admitir que simplemente hemos vivido. Eso sí, bajo el peso de nuestra propia ley de gravedad. Arriba, siempre arriba, sin pensar en la caída. Ya el venaro sombrea sus hojas. Y el fino pensar donde se rasga mi pálpito de ausencias, Haciendo filigrana Compone y remendando regenera. No pasará, no ha de pasar Que de un azar disfrazado arme barreras. No quiero otros ojos que me miren diciendo adiós. Adios ahora sí, esta vez sí, para siempre, adiós. Sólo candorosa esperanza de un austero viajar, Un recomponer los pedazos, un digno renquear. Ahora prueba a no juzgar y a perder El miedo a las derrotas, porque el mar, los océanos, Igual que acunan pueden engullir. Y aún así, todos buscamos luminoso amanecer, Propicio viento. Adentro, mar adentro mientras quede un solo remo. A nadie le gusta besar el polvo. A nadie le gusta morder el polvo. A nadie le gusta. A nadie le gusta besar el polvo. A nadie le gusta morder el polvo. A nadie le gusta. A nadie. Y es que a nadie le gusta.