Hermosos temporales Que en tu cuerpo y mil ciudades que habitan, Las palabras se me escapan de los labios Que aún cansados no han dejado de nombrar Los lunares que abren paso... A áquel rinconito, Aquel lugar divino donde el tiempo no se marcha ni detiene. Áquel día soleado donde todo fue entregado por completo Sin pensar en la premura de los besos que yo no escondí. Fue un segundo el encontrarte, tu mirada elegante me atrapó, Una bella cacería, fue tan lento que sentía que la vida se escapó, Le dio libertad al viento y al Abrazo sincero donde el cielo tomó juego Regalando a la luna que cuidaba áquel momento. Y la mirada inquieta que muchas veces Ocultaba por el miedo de dejar salir la duda Aquel encuentro y era al fin venir. De áquel rinconito, Aquel lugar divino donde el tiempo no se marcha ni detiene. Áquel día soleado donde todo fue entregado por completo Sin pensar en la premura de los besos que yo no escondí.