El poema del Liceo que nos hizo ver el cielo El malecón donde mojados nos crecieron los deseos Y la penumbra azul, Donde mi madre aún sentada al piano para siempre toca ese bolero Los primeros versos de una canción en el recreo Cierto balcón donde encontraste al óleo aquella flaca con sombrero Su cuerpo desnudo, Brillando en lo oscuro como una brasa, todo sigue carne a dentro Y es que se te olvida que aún te sangran las rodillas Y es que se te olvida que es eterna la ceniza Y es que se te olvida pero está en Fotografías ese rumor que se te olvida Que adentro traes el mar y una ola viva jugando en el tiempo Y que nada se queda, y nada se va Y se te inflama el corazón con esa furtiva marea de fuego Que sube en las penas cuando no esperas Traigo cantando la cicatriz que me dejó tanto naufragar Que aunque se fueron, siguen aquí La dicha y el miedo, la sal en el viento Traigo cantándome la raíz de una nostalgia sin precisar Cuánta alegría y cuánto sufrir Lo que dejaste atrás más allá del tiempo Castañeda y Zaratrusta alborotandonos las dudas La discusión de qué tan dura o justa puede ser la dictadura Y el surrealismo que nos hizo florecer Adolecidos y solos, dioses llenos de preguntas Desertando de los juegos para caer en el misterios En comunión con los amigos que mis amores se encendieron Y el pan con arena, El yugo y la estrella, la muerte en casa, el paraíso del veneno Y es que se me olvida que aún me sangran las rodillas Y es que se me olvida que es eterna la ceniza Y es que se me olvida pero está en Fotografías ese rumor que se me olvida Que adentro traigo el mar y una ola viva jugando en el tiempo Y es que nada se queda pero nada se va Y se me inflama el corazón con esa furtiva marea de fuego Que sube en las penas cuando no esperas Traigo cantando la cicatriz que me dejó tanto naufragar Que aunque se fueron siguen aquí La dicha y el miedo, la sal en el viento Traigo cantándome la raíz de una nostalgia sin precisar Cuánta alegría y cuánto sufrir Lo que dejaste atrás por tus ganas de vivir...