Deja que el fuego encienda la piel del río Deja que den su fruto los desvaríos Deja que el mar se seque Que el sol se enfríe Que haya recuerdo en el olvido Deja que abran las puertas del laberinto Deja que del silencio se escape el ruido Deja que el rayo cese Que el viento calme Que den a luz los clandestinos Deja que mi locura y yo Corramos el peligro Te digo deja Deja te pido Deja que suba al cielo de los caprichos Deja brotar la fuente de los prodigios Deja que corra el aire Que llegue el día Que encuentre paz el fugitivo Deja que no me importe el renglón torcido Deja sentir cercano lo que es esquivo Deja que el árbol vuele Vivir la vida Que de dolor no sea el quejido