Sobre la cumbre se irguió Un gran pensador Y alzó sus manos Nadie se puede enfrentar Al mismo caudal Porque nadie es el mismo Ni los hombres, ni los ríos Al borde del abismo El sabio atinó a gritar Y el espejismo Del eco le respondió Su voz le sonó La de otro anciano Que del vacío le habló Y así respondió Que nadie es el mismo Ni los hombres, ni los ríos Del hondo precipicio Detrás de su voz, sintió un penar El sabio oyó al vacío Sintió el rumor de un río Y comprendió Que el agua Le cantaba la verdad El sabio dijo al partir Es más fácil mentir Que estar callado Y el eco le respondió Usted ya no es yo Porque nadie es el mismo Ni los hombres, ni los ríos Y en ese monte antiguo Ya no se escuchó su voz jamás