Soportando una escena mortal, me asigné el noble papel de ser juez de ningún tribunal. Puse orden y escuché. Salpicando frases sin control, suplicando que baje, si hay, Dios. Y después, víctima del amanecer. Era muy clara la desigualdad y no se hizo rogar. Apareció con un nuevo guión, astuta y perspicaz. Utiliza con satisfacción, es su juego vender la razón a quien da la mano por estupidez. Hace tiempo, alguién creó a una mujer que demostró que es mejor. Cuando se trata de salvar la piel, puede olvidarse el honor. Desde entonces suele aparecer recordando que a veces perder es dar, de nuevo, tiempo al amanecer.