Inspirada en el cuento KM 11 de Mempo Giardinelli Aunque tus dedos se acalambren De tanto tocar. Aunque tus ojos no se atrevan Ya ni a ver, No digas nada. Aunque repitas la canción Catorce veces más. Aunque el cansancio Se te escurra por la sien, No digas nada. Si el aire destila rencor, La tarde se empaña. Viejas heridas que aún no cerraron y no cerrarán, Rostros que vuelven como un haz de luz A confirmar que nunca hay que olvidar, Pero después, por suerte hay un después Y ya no hay forma de matar tanta verdad. Aunque el silencio grite fuerte Entre tanta impiedad Y ya no puedas soportar La pesadez De las miradas. De nuevo la misma canción Y el aire que estalla. Viejas heridas que aún no cerraron y no cerrarán, Rostros que vuelven como un haz de luz A confirmar que nunca hay que olvidar, Pero después, por suerte hay un después Y ya no hay forma de matar tanta verdad.