Por la mañana yo dirijo mi alabanza A Dios que ha sido y es mi única esperanza Por la mañana yo le invoco con el alma Y le suplico que me dé su dulce calma Y Él nos escucha, pues nos ama tanto Y nos alivia de cualquier quebranto Nos da su mano poderosa y fuerte Para librarnos de la misma muerte Cuando la noche se apróxima tenebrosa En elevarle mi oración mi alma se goza Siento su paz inagotable, dulce y grata Porque temores y ansiedad Cristo los mata También elevo mi cantar al cielo Cuando a la tierra baja negro velo El sol se oculta, pero queda Cristo A quien mis ojos en el sueño han visto Veo la sangre de sus manos que ha brotado Veo la sangre borbotando en su costado Una corona con espinas en su frente La multitud escarneciéndole insolente Pero, que dicha cuando al cielo sube Lleno de gloria en majestuosa nube Allá en el cielo nos está esperando Mientras en tierra yo le sigo amando Allá en el cielo nos está esperando Mientras en tierra yo le sigo amando