Sin pedir venir al mundo su existencia comenzó. No pedía más que amor, y en sus padres no lo halló. Tan pequeño e inocente no comprende la razón, Por la que todos los días es golpeado con rencor. Está solo y vulnerable y lleno de confusión. No conoce de alegrías, ni caricias, ni calor. En su mirada hay tanto peso, tantas noches de dolor; Y a pesar de eso su amor para ellos nunca cesó. ¿Dónde está el alivio a su dolor? ¿Dónde se hallará justicia Que acuda a su favor? ¿Dónde está el abrazo maternal? ¿Donde se hallará para este pequeño El calor de un hogar? A sus dos escasos años ya su cuerpo se rindió. El maltrato tan severo ya sus miembros destrozó. ¡Cuánto llanto, cuánta pena! ¡Cuántas noches de agresión! ¡Cuántas lágrimas se vierten En un mundo sin amor! Nuevamente ha muerto un corazón. Se entristece el firmamento y se tiñe de dolor. Gime a una voz toda la creación, Porque una vez más el odio Ha envuelto con tristeza su color. Todo acto es pesado, No hay nada oculto bajo el sol. Responsables somos si ignoramos La injusticia alrededor. ¡Asesino! No tienes derecho A decidir por los demás. ¡Egoista! Acabaste con la vida De quien dependía de tí. ¡Miserable! Con el dolor de tu pasado Se perpetúa la maldad. ¡Prisionero! En tu mente tus demonios Te atormentan en un ciclo sin fin. Y aunque muchos de estos hechos A la luz no llegarán, Los cobardes asesinos Con su sangre cargarán. Rompe el círculo de muerte, De odio y de rencor. Que tu voz nunca se canse, Denuncia sin temor este dolor. Letra: Nadián Cordero, David Ramírez, Roger Soto