Lo que nazca será fértil Sobre cenizas de amores quemados. Centinelas del silencio Mientras bulle otra vida soñada que no para, Por nadie para. El pulso en dos cuerpos a tiempo Levitando a un palmo del suelo. Nos creímos ser viento Sin otra meta que el propio extravío; En continuo destino. Vuelvo a inhalar aquella emoción Nueva al volver a mirarnos. Fue ensoñación, una ilusión. Creímos que el vuelo era eterno, amor, Que nuestro vuelo era eterno amor, Contigo en continuo destino. Desierto de cuerpos sedientos. Humanos que aferran su mano a otra mano, Aislados del resto Sin otra estela que el propio delirio; En contiguo destino. Vuelvo a inhalar aquella emoción Nueva al volver a mirarnos. Fue ensoñación, un aluvión, Creímos que el vuelo era eterno, amor, Que nuestro vuelo era eterno. El esplendor por cada rincón; Aquella expansión en mi pecho. Por cada pulsión, más pulsación. Creímos que el fuego era eterno, amor, Que nuestro fuego era eterno amor, Contigo en contiguo destino. Pero la llama se agota, Ya no asombra, no emboba. No tiene memoria De la chispa en que brotó nuestro amor. Nuestro amor.