El viento me confió cosas Que siempre llevo conmigo. Me dijo que imaginaba un barrilete y tres niños. Que el sauce estaba muy débil Y en realidad él no quiso. Que era uno de esos días Que todo es un estropicio. Me dijo que los pichones, a veces, De apresurados caen al suelo indefensos Y él no consigue evitarlo. Me habló de arenas de agosto, De cartas de enamorados, Del humo en las chimeneas, Del fuego abrazando el árbol. Iba quebrado de culpas Y seguía confesando En su lobo de distancia No cabalgaba ni un pájaro. Era un fantasma ese viento, Un alma en pena penando Y en ese telar de angustias Tejió sus barbas el diablo. Me dijo que imaginaba Que siempre llevo conmigo Un barrilete y tres niños A veces apresurados. Me habló de arenas de agosto, Que en realidad él no quiso. Del humo abrasando el fuego De cartas de enamorados. Dell fuego de enamorados Que, a veces, de apresurados Caen al suelo indefensos Para olvidar sus quebrantos. El viento me confió cosas Que siempre llevo conmigo. Me habló de arenas al cielo Y chimenas al piso. Le pregunté por las chapas Del techo de los de abajo Dijo, "el hombre ha de luchar Para conseguir los clavos, En vez de hincarse a rezar Para olvidar sus quebrantos, O de sentarse a esperar Regalos eleccionarios". Me sorprendió la respuesta Pero no quise atajarlo. Que cuando llevara sol Vaya quien puede pararlo. El viento me confió cosas Que siempre llevo conmigo Que siempre llevo conmigo.