El ruido del tiempo lo abrazó. Un instante, el ritmo perdió precisión. La boca ennegrecida pide perdón. En el cielo revuelto sobre el balcón Se elevan aves reales que cantan adiós. El pulso gira lento contra el reloj. El aire vuelve adentro en un fulgor Su olvido se triza a la luz del sol. Se inclina en la vieja sala Frente al óleo donde el mar, En un instante sin fin Revienta en la nada. Se inclina frente A los caballos que galopan Sin avanzar, por los muros del hogar Sobre el cielo las aves Esas aves reales De tierras donde no volverán.