La primera vez que vino a este lugar se sintió como en su hogar
Hubo bienvenida casi familiar, encontró comodidad
Hogar, dulce hogar, hogar, dulce hogar
Y no cambiaría por nada en el mundo la sensación de paz
Ni la ausencia de temor y de dolor que sintió al estar aquí
Recorrió feliz la Tierra de Nadie, como nunca disfrutó
De la música, el aroma y el color, retozó, bailó y voló
Preguntó: ¿quién manda aquí? Nadie, nadie
¿Quién controla este lugar? Nadie, nadie
Insistió: ¿quién manda aquí? Nadie, nadie
¿Quién controla este lugar?
Luego se cansó de tanto preguntar sin hallar contestación
Y dejando a un lado la curiosidad, sonriendo se durmió
Y entre sueños murmuró: nadie, nadie
La segunda vez de frente se sintió como fuera de lugar
Se encontró en un laberinto enrevesado, al minuto se perdió
Se perdió, se perdió, se perdió, perdió
Alambradas, muros, puertas con guardianes y cercos sin final
Acabaron con sus ganas de rodar, de estirarse y bostezar
Ya no era más la tierra de nadie, la nostalgia le invadió
Finalmente decidió abandonar, dio la vuelta y se marchó
Nadie le prestó atención, nadie, nadie
Y nadie le dijo adiós, nadie, nadie
La tercera vez no vino en realidad, pero vale la intención
En un sueño retornó y se desató como la primera vez
Hogar, dulce hogar, hogar, dulce hogar
Y no cambiaría por nada en el mundo la sensación de paz
Ni la ausencia de temor y de dolor que sintió al estar aquí
A los seres de la Tierra de Nadie saludó con el pulgar
Se dejó llevar por los remolinos y gozó hasta despertar
Y dijo:
Nadie manda aquí, nadie, nadie
Nadie, nadie manda aquí, nadie, nadie