Como ciudad derribada y sin muro Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda Sus puertas caen a fuego Sus cimientos son consumidos hasta las cenizas Llanto, angustia y desolación es su canto Son apresados, llevados cautivos El hambre es su pan Y lágrimas de dolor su vino Pues han quedado indefensos Y la muerte los ha asolado Un cielo nuevo Y una tierra nueva descendió desde el cielo He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres Secará toda lágrima Y ya no habrá muerte Y no habrá llanto ni clamor Ni dolor y porque las primeras cosas pasaron Alzando oh puertas Alzaos vuestras cabezas Alzaos vosotras puertas eternas Para que entre el rey de gloria El Señor fuerte y poderoso El Señor poderoso en batalla El Señor de los ejércitos