Enterraron ayer tarde a la hija de Juan Simón, Era Simón en el pueblo, el único enterrador, El único enterrador. Cuando el último suspiro en sus brazos exhaló, él a su propia hija al cementerio llevó, Al cementerio llevó. Él mismo cavó la fosa murmurando una oración, Dando un aiós para siempre a la hija de Juan Simón. Y llorando como un niño del cementerio salió, Con la barra en una mano y en el hombro el azadón. La gente le preguntaba, ¿de dónde vienes Simón? Y enjugando su llanto, contestaba a media voz: Soy enterrador y vengo De enterrar mi corazón.