La dejé en la puerta esperando Y me fui para no volver. La dejé en la puerta esperando Y me fui para no volver. No supo que no volvería. No supo que no volvería. Pasó un perro, pasó una monja, Pasó una semana y un año. Pasó un perro, pasó una monja, Pasó una semana y un año. Las lluvias borraron mis pasos Y creció el pasto en la calle, Y uno tras uno como piedras, Como lentas piedras, los años Cayeron sobre su cabeza. Pasó un perro, pasó una monja, Pasó una semana y un año. Pasó un perro, pasó una monja, Pasó una semana y un año. Las lluvias borraron mis pasos Y creció el pasto en la calle, Y uno tras uno como piedras, Como lentas piedras, los años Cayeron sobre su cabeza. Entonces la guerra llegó, Y llegó como un volcán sangriento. Murieron los niños, las casas. Y aquella mujer no moría. Se incendió toda la pradera. Los dulces dioses amarillos Que hace mil años meditaban Salieron del templo en pedazos. No pudieron seguir soñando. La dejé en la puerta esperando Y me fui para no volver. Las casas frescas y el verandah En que dormí sobre una hamaca, Las plantas rosadas, las hojas Con formas de manos gigantes, Las chimeneas, las marimbas, Todo fue molido y quemado. Las casas frescas y el verandah En que dormí sobre una hamaca, Las plantas rosadas, las hojas Con formas de manos gigantes, Las chimeneas, las marimbas, Todo fue molido y quemado. En donde estuvo la ciudad Quedaron cosas cenicientas Hierros torcidos, infernales Cabelleras de estatuas muertas Y una negra mancha de sangre. Y aquella mujer esperando. Y aquella mujer esperando. Y aquella mujer esperando.