Maestro, ¿cuánto me cobra por dar una serenata? Con canciones bien bonitas de esas que usted se canta Dígame cuánto me cuesta por cantarle a mi muchacha Hoy la quiero sorprender con pura música de arpa Con mucho gusto acepto su invitación Lléveme donde vive su muchacha Dígame qué canciones quiere le cante Tengo bastantes de esas que llegan al alma Al otro lado del río Para todita la vida dame tu amor, y otras cuantas Entonces vamos, maestro A dar esa serenata Pa que no me quede mal De una vez tome su plata Hoy voy dispuesto a pedirle matrimonio a mi muchacha Amigo, no se hable más Cuente con mi serenata Me comprometo a cantarle Con arpa, cuatro y maracas Lo mejor del repertorio Que interpreta mi garganta Maestro Teo Galíndez Qué orgullo, qué orgullo Que le cante a mi muchacha Con mucho gusto, querido hermano Ariel Leal, para mí es un honor Interpretar estas canciones Para su muchacha Al pie de esa ventanita es que duerme mi muchacha Antes de que se despierte, maestro, suénele el arpa Mientras tanto yo destapo cervezas de la canasta Que compré por el camino pa brindarle mientras canta Pare un momento, que quiero una explicación ¿Por qué razón pretende usted a mi Renata? Yo soy su dueño y no entiendo qué pasó Ella me ama, compañero, ¿qué le pasa? Váyase con sus cervezas Sus músicos y su plata No entiendo nada, maestro, no entiendo nada Ella me dijo a mí también que me amaba Hace tres meses que estoy saliendo con ella Que era soltera, era lo que me contaba De lo contrario, maestro, no le hubiera dicho nada Cantémosle a ella los dos Por traidora, mentirosa y por ingrata Esa mujer calculadora e insensata No vale un peso No vale nada Adiós, hipócrita infiel Que Dios perdone tus faltas